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En junio de 1798 se publicó en Inglaterra una obra redactada por el cirujano Edward Jenner (1749-1823) que revolucionó la lucha contra la viruela. Un texto donde plasmó, después de veintiocho años de indagación metódica, una variante en la práctica inoculatoria basada en la observación empírica de que las personas infectadas por viruela desarrolladas en el ganado vacuno, denominado cowpox, se hacían refractarias a la viruela humana. Al método jenneriano se denominó vacuna, y por ello, su descubridor será reconocido mundialmente como el padre de la vacunación.

España también fue uno de los primeros países en adoptarlo, Francisco Piguillem y Verdaguer (1770-1826), médico y académico de Barcelona, inauguró su práctica el 3 de diciembre de 1800 en el Puigcerdá (Cataluña). El pus vacuno fue remitido desde París por François Colon (1764-1812), gracias al contacto mantenido por la medicina catalana y la francesa.

Sin embargo, su implantación y aplicación de la vacunación no mantuvo una línea uniforme, a la falta de adhesión de la población, quien recurría a la medida preventiva sólo cuando la enfermedad alcanzaba un carácter epidémico, debemos añadir las dificultades en el abastecimiento constante del fluido vacunal. Una práctica inconstante que reflejaba las carencias organizativas y administrativas que permitían su difusión.

A lo largo de todo el siglo XIX confluyen diversos decretos, órdenes o leyes dirigidos a implementar la vacunación contra la viruela. Pero nunca se llegó a hacer implícita la obligatoriedad de la vacuna, por lo que no se alcanzaron coberturas de vacunación adecuadas.

Con la ley de Bases de Sanidad, en 1944, se declaró obligatoria la vacunación contra la viruela y la difteria en España, consiguiéndose, en el caso particular de la viruela, su eliminación en 1954, a excepción de un brote ocurrido en 1961 en la capital del país, a partir de un caso importado de la India.

Años más tarde, se declarará oficialmente la erradicación de la enfermedad por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS) durante la XXXIII Asambleas Mundial de la Salud celebrada en Ginebra el 8 de mayo de 1980, tras la aparición del último caso de viruela en 1977.

Durante el siglo XX la vacunación ha sido una de las medidas de mayor impacto en salud pública, ya que con su administración se ha conseguido disminuir la carga de enfermedad y la mortalidad por enfermedades infecciosas en la infancia. Con excepción del acceso al agua potable, no ha habido otra medida preventiva o terapéutica, ni siquiera los antibióticos, que haya tenido mayor efecto en la reducción de la mortalidad de la población de todo el mundo.

Durante los últimos 200 años, desde el descubrimiento de la vacuna de la viruela por E. Jenner, la vacunación ha controlado, al menos en algunas partes del mundo, enfermedades que causaban gran morbimortalidad (muertes causadas por enfermedad); ha conseguido, por primera vez en la historia, la erradicación mundial de una enfermedad: la viruela en 1980, el 9 de diciembre de 1979 se declarara la erradicación de esta enfermedad y se recomienda la suspensión de la vacunación. Ha conseguido interrumpir la circulación de un agente infeccioso en varios continentes: la circulación del poliovirus salvaje se ha interrumpido en la Región de las Américas en 1990, en el Pacífico Occidental en el año 2000 y en la Región Europea en el año 2002 y se está próximo a lograr la erradicación mundial de enfermedades como la poliomielitis.

En relación con la poliomielitis, en España se usó, entre los años 1959 y 1963, la vacuna de polio inactivada (VPI), que se administraba gratuitamente a los económicamente débiles. La vacuna se aplicaba en 3 dosis entre los 5 meses y los 8 años de edad. Las coberturas fueron bajas, ya que la cantidad de vacunas disponibles era escasa. Sin embargo, en 1963, tras la experiencia acumulada en diversos países, se inició la vacunación con la vacuna oral atenuada (VPO). Al principio, se realizó un estudio piloto en las provincias de León y Lugo, para desarrollarse a continuación la primera campaña gratuita y masiva de vacunación, dirigida a niños con edades comprendidas entre los 2 meses y los 7 años. Se aplicaban 2 dosis, la primera con VPO monovalente (poliovirus 1) y la segunda con VPO trivalente (poliovirus 1, 2 y 3). Las coberturas alcanzadas, tanto en la captación como en la segunda dosis, fueron muy altas. En 1965 se inicia una nueva campaña masiva, utilizándose, en este caso, 2 dosis de VPO trivalente. Al mismo tiempo se añadió la vacunación frente a la difteria, el tétanos y la tosferina (DTP). La vacunación se realizaba a los niños entre los 3 meses y los 3 años de vida. El éxito de estas intervenciones determinó que, a partir de este momento, se realizaran de manera continua en forma de dos campañas anuales, una en primavera y otra en otoño.

En 1968 se llevó a cabo una campaña de vacunación frente al sarampión en 11 provincias españolas, vacunándose a niños con edades comprendidas entre los 9 y los 24 meses.

Se estima que la introducción de las vacunas en el mundo ha evitado anualmente 5 millones de muertes por viruela, 2,7 millones por sarampión, 2 millones por tétanos neonatal, 1 millón por tos ferina, 600.000 por poliomielitis paralítica y 300.000 por difteria.

Desde 1900 a 1973 se produjo un uso masivo de vacunas, fundamentalmente en países desarrollados (viruela, tuberculosis (BCG), difteria-tétanos-pertussis (DTP), vacunas atenuadas e inactivadas contra la poliomielitis (VPO, VPI) y vacuna contra el sarampión).

En 1974, la Organización Mundial de la Salud (OMS) implanta el Programa Ampliado de Inmunización, PAI (Expanded Programme on Immunization, EPI), con el objetivo de hacer llegar la vacunación a los países en desarrollo; dicho programa incluye la vacunación de tuberculosis (BCG), difteria, tétanos, tos ferina, poliomielitis y sarampión.

En 1993 se incluye en dicho programa la vacunación de hepatitis B y de fiebre amarilla en aquellos países en los que la enfermedad es endémica.

En 1998 se introdujo en el PAI la vacuna de Haemophilus influenzae tipo b (Hib).

El descubrimiento en 1955 de las vacunas frente a la poliomielitis, oral e inactivada, y el inicio de su empleo masivo, bien de forma rutinaria o mediante campañas específicas de vacunación, fue el comienzo de la puesta en marcha de programas de vacunación en principio dirigidos a la población infantil con el objetivo de lograr una amplia inmunidad de la población que permitiera el control de la infección.

Las políticas poblacionales de la vacunación son por lo tanto muy recientes, lo que significa que en el momento actual tenemos alguna parte de la población adulta, justamente anteriores a las poblaciones vacunadas, que no se beneficiaron de esta medida de prevención y, en muchos casos, se les dificultó entrar en contacto a la edad en que era habitual con el agente infeccioso y desarrollar la enfermedad y la inmunidad consecuente. Esta parte de la población representa unos porcentajes más o menos importantes de personas susceptibles que en algunos casos son los responsables de la persistencia de brotes de estas enfermedades sometidas a programas de vacunación.

Algunas vacunaciones administradas en la infancia, no inducen inmunidad duradera para toda la vida, por lo que si los programas no se refuerzan con dosis posteriores al cabo de los años, las personas vacunadas se vuelven de nuevo susceptibles y por lo tanto con riesgo de enfermar.

Es pues de gran importancia, extender las políticas o recomendaciones de vacunación a estos grupos de población, a partir de los 16 años, edad en que finaliza las recomendaciones de vacunación del calendario infantil, con el fin de complementar los programas de vacunación infantil y reforzar su impacto en el control de la infección.

 

Fuente: 

  1. Propuesta Calendario de Vacunaciones Sistémicas para adultos y mayores, y recomendaciones de vacunación  para los adultos y mayores. Documento Consenso de Sociedades Científicas Médicas, Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG), Asociación Española de Vacunología (AEV), Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN), y Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene (SEMPHSPH).
  2. Recomendaciones de vacunación para Adultos y Mayores 2016-2017. Sociedad Española de Geriatría y Gerontología.
  3. Documento "Vacunación en adultos. Recomendaciones. Año 2004" aprobado por la Comisión de Salud Pública del Ministerio de Sanidad y Consumo con fecha 29 de septiembre de 2004 y su  actualización del capítulo sobre vacunación de difteria y tétanos 2009.
  4. Comité asesor de vacunas de la AEP.
  5. Red nacional de vigilancia epidemiológica de España. Ministerio de Sanidad, Servicios sociales e Igualdad.
  6. Sociedad española de medicina preventiva, salud pública e higiene.
  7. OMS. Health topics. Vaccines.
  8. www.vacunasaep.org
  9. www.vactodate.es
  10. Ficha técnica AEMPS.
  11. Manual de la Vacunación en Línea de la AEP

 

 

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